Soy mis sueños

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martes, 23 de agosto de 2011

Hay ocasiones en las que es necesario arriesgarse

  Corría bajo la lluvia sin mirar atrás, a sabiendas de que la perseguían. Desesperada, dobló la esquina intentando perderlos de vista, pero le pisaban los talones y, con tan sólo alargar el brazo, le empujó por la espalda y cayó al suelo. La lluvia era un obstáculo para su visión y, en parte, lo agradecía, pues no tenía la menor intención de ver cómo aquél hombre recuperaba el aliento de pie ante ella antes de levantar los brazos con la intención de robar su vida. Mentiría si os dijera que fue lo suficientemente valiente para abrir los ojos en aquél momento, así que solo esperó la llegada de la dama de la muerte con los párpados ocultándole a su anfitrión.
  No sabía cómo, pero seguía viva, tirada en el callejón, aunque apartada hacia un lado. Miró hacia los lados, confusa, y una explicación se apoderó de su mente: había perdido el sentido. Pero, ¿por qué ha vuelto a despertar? Entonces se percató de la presencia de alguien a su lado, e intentó girar la cabeza hacia él, pero unos pinchazos en el cuello le hicieron notar que estaba herida, y solo consiguió susurrar un gemido de dolor. Su vista se volvió algo más nítida, y descubrió que era un chico quien permanecía a su lado cuidando su inconsciencia. Asustada, hizo un intento por alejarse de él, pero su cuerpo no tenía la suficiente fuerza. El muchacho la sujetó evitando así que cayese al suelo.
-Tranquila, no voy a hacerte nada. Ese hombre te dio un buen golpe antes de que llegase. –Ella miró al fondo de la callejuela y distinguió la silueta de aquél que la perseguía inconsciente en el suelo.
-¿Tú...tú lo has...? -Asintió como toda respuesta antes de ponerle un pañuelo sobre la herida de su frente. -¿Por qué?
-No sé. -Se encogió de hombros. -Solo vi que necesitabas ayuda.
-¿Y si soy yo la que debe pagar y has hecho mal?
  Él la miró a los ojos, escudriñando su rostro con una expresión indescifrable. En realidad, le sorprendía que aquella chica le plantease aquella cuestión en lugar de preguntarle quién era o qué quería de ella. O incluso darle las gracias. Pero le bastó echar un simple vistazo al fondo de su mirada para saber que aquella chica que no se parecía en absoluto a las demás. 
-Hay ocasiones en las que es necesario arriesgarse. -Repuso finalmente apartando la mirada de la chica y centrándose de nuevo en la brecha que tenía en la cabeza. -También podría haber hecho mal si le hubiese dejado matarte, ¿no es cierto? Me pareció lo correcto; y haya hecho bien o mal, no me arrepentiré, de eso estoy seguro. Hice en aquél momento lo que debía, sean cuales sean las consecuencias.

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